La
miopía es la alteración ocular por la cual una persona no puede ver o
distinguir los objetos lejanos. La psicología y las neurociencias tomaron ese
nombre dado que es muy frecuente observar que las personas tomen decisiones
para satisfacer sus deseos o necesidades inmediatas aun en conocimiento de que
resultarán perjudiciales en su futuro. A título de ejemplo se puede citar a
quien quiere bajar de peso pero no puede evitar comer en exceso, el que fuma
aunque conoce que sus pulmones se dañarán más aun, el que bebe aunque su hígado
este graso, quien mantiene vínculos afectivos que debería cortar o aquel que
está preso de una adicción. El denominador común es que se impone en ellos la
satisfacción inmediata sin valorar sus consecuencias posteriores.
Tomar
decisiones responsables y efectivas implica apreciar los pros y los contras
dentro de diversas alternativas. En esta capacidad de regular, planear y
supervisar los complejos procesos para decidir se necesitan de lóbulos
cerebrales frontales sanos y con un funcionamiento tal que, finalmente, permita
dirigir la conducta final a buen puerto.
Para
la investigadora M.D. Lezack, “las funciones ejecutivas que ejercen los lóbulos
frontales son las que hacen que un individuo funcione de manera independiente,
con un objetivo determinado y en forma satisfactoria”.
En
esa parte del cerebro se acopla lo pensante y lo emocional. Si existe una
disfunción de esas áreas resultarán señales contradictorias y se dificultará la
capacidad de ponderar las decisiones, entrando en conflicto los efectos
inmediatos y las consecuencias futuras.
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